Una obra de arte de quince toneladas que combina inteligencia artificial y Big Data, y que transforma en sorprendentes imágenes la información recopilada por un satélite que pasó nueve años en el espacio buscando planetas habitables. Un museo de 10 mil metros cuadrados, completamente digital, con obras producidas por quinientas computadoras que proyectan paisajes de la naturaleza que van mutando con cada estación. Un coleccionista que llevará, en 2023, a un grupo de artistas en la primera misión privada a la Luna, para que, a su regreso, realicen una obra inspirada en el viaje espacial. Una plataforma virtual que anticipa el modo en que compraremos arte en el futuro: a través de una aplicación para el celular que ofrece videos, nuevos medios y realidad virtual. Todos éstos son ejemplos no sólo de la cuarta revolución tecnológica que muchos vaticinan —y que modificará el paradigma de cómo los seres humanos vivimos, trabajamos y nos relacionamos—, sino también de la forma en que el arte se fusiona cada vez más con otras disciplinas y perspectivas, demostrando su capacidad de anticiparse y proponer nuevas visiones. Pero en estas páginas se incluye, además, un experimento propio, personal: un texto realizado con inteligencia artificial en base a todos los artículos que la autora creó como periodista especializada en artes visuales. El libro es, en definitiva, un puñado de relatos que dan cuenta del modo en que la tecnología está impactando en el mundo del arte y expandiendo sus fronteras. ¿Hasta dónde llegará esa transformación?