"""El 30 de agosto de 1990 estrenaron en Buenos Aires La sociedad de los poetas muertos. Fui a verla al cine, un sábado, con Mauro y Lucho Del Río. Estábamos en cuarto año. La película me hizo mal. Lloré en el cine y todo, preocupado de que pudieran verme mis amigos. Lloré con espasmos y me tapé la cara con la papeleta que te daba el acomodador cuando entrabas. Sentí que estaba hecha para mí de punta a punta. Cada escena fertilizó y regó las plantas carnívoras adolescentes que me tenían atrapado y hecho una ameba en esa época. En La sociedad de los poetas muertos uno de los personajes se suicida. Durante la escena del suicidio me revolqué en la butaca del cine indignado, tenía ganas de gritar que era una locura innecesaria esa muerte, que no me podían hacer eso. Mi abuelo se había matado cinco años antes tirándose abajo de un tren en la estación de Belgrano R. Se despertó una mañana muy temprano se despidió de mi abuela y no lo vimos más. Yo dormí en su casa, lo escuché agarrar las llaves antes de salir. Cuando pasó lo de mi abuelo, y nunca hasta hoy, me quejé con nadie, ni grité, ni me ahogué en mocos por su suicidio pero en la película no podía parar. Mi reacción frente a esas dos muertes tiene escrito, en clave, quién soy. Voy a ver las veces que haga falta la película. Escribir con la esperanza de descifrar el mensaje oculto diseñado, por Peter Weir y Tom Shulman, sin conocerme pero pensando en mí"".Esteban Serrano, con su prosa seca y precisa y sus dibujos de trazo tan personal y entrañable nos lleva a recorrer, en golpes de apenas tres minutos, la película de Peter Weir y su propia historia familiar."
Acerca de Esteban Serrano
Porteño de 45 años. Papá de Candelaria y Francisco. Hincha de River. Diseñador gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Ilustrador e historietista. Autor de Sábado, souvenir de River en la B.