Y se vió el humo blanco en la chimenea. "Habemus Papam", dijeron. Con gran expectativa todos queríamos saber quién sería. Un hecho histórico, un Papa elegido luego de que otro había renunciado, algo inusual. Y estábamos en las oficinas, en las casas, en las fábricas, navegando en internet, escuchando la radio, viendo la tv, cuando la noticia de quién era el elegido llegó. "El Papa es el argentino Jorge Mario Bergoglio", se corrió la voz. Creímos entender, mal, que era una broma, un error. Pero no, milagrosamente era verdad, un cardenal latinoamericano, con bases jesuitas, dueño de una enorme humildad había llegado a ser el Sumo Pontífice.
Y nos invadió una gran emoción, un enorme orgullo, una gran esperanza. "Lo fueron a buscar la fin del Mundo", como él mismo dijo en su primer discurso ante millones de personas.
Los días subsiguientes fueron de júbilo, porque su asunción había despertado algo bueno entre la gente, sin importar credo o religión, esto nos ubicó en un lugar de reflexión sobre una corriente que está atravesando el mundo entero.
Necesitamos creer en que algo bueno va a pasar, necesitamos saber que un hombre humilde, bondadoso, luchador de las causas justas nos puede cuidar y proteger. Por eso, desde Psicología Positiva deseamos acompañar este hecho histórico que promete marcar un antes y un después, entre la gente. Porque mente y corazón van de la mano, porque más allá de las ideologías, las emociones hablan y porque el mundo clama por la imperiosa necesidad de volver a los valores esenciales, donde el amor y la paz triunfen.