Hasta no hace mucho tiempo, la inteligencia se relacionaba casi de inmediato con el desarrollo y el rendimiento académico. Sin embargo, investigaciones recientes derribaron esa suposición: los seres humanos tenemos diferentes habilidades con las que nacemos y otras que podemos enriquecer con determinadas técnicas y herramientas. Para motivarnos, lograr nuestros objetivos, ser optimistas y vivir el presente sin atarnos al pasado ni encerrarnos solo proyectando el futuro, la inteligencia emocional es la clave. Comenzá a conocer tus propias habilidades, date un espacio para la experimentación con tu propio arsenal de capacidades personales y empezá a llevar a la práctica una nueva manera de accionar con tu entorno.